EL VICIO DE LA GALLINA

EL VICIO DE LA GALLINA
¡¡En septiembre arrancamos la IV Temporada!!

11 feb 2015

¿Quién dijo que poesía y jazz no son alas de juventud?


CRÓNICA CONCIERTO RAFAEL LECHOWSKI -MURCIA


¡Esos libros en el aire, familia! podría haber jaleado el Mc desde el escenario, porque esta vez el público levantaba los brazos no sólo para agarrar rimas, sino también para agarrar notas de jazz y versos poéticamente vivos.

Rafael Lechowski confirmó el pasado sábado su sensibilidad: musical, poética, humana. Elaborar rimas de calidad no es fácil, conjugarlas con buen jazz tampoco, pero además transmitir un aire de buena gente, de humildad, de sencillez, de cuidado por las palabras y su contenido, eso ya es el colmo. Y el músico polaco-zaragozano supo traer al público todo el conjunto, pareciendo que fuese él quien quería pagar parte de la entrada por compartir intensamente con quienes allí estábamos, ya lo dice su verso: “yo no actúo, tatúo sobre el ritmo con sangre y sudor”.

Desde antes de levantarse el telón ya anunciaba su declaración de intenciones con la intro: “En mi concierto el telonero soy yo, (…) de nuevo me inclino, me desgarro ante ellos el pecho con mis propias manos y saco del fondo del pozo de mi alma el primer verso (…) mi concierto es un espectáculo interno”. 

 
La entrega a pecho abierto de los sentimientos, la duda de la existencia, la fugacidad de la vida, el pesimismo gris de la cotidianiedad y el amor como salvoconducto de vida se comenzaron a clavar desde los primeros temas en un público entregado, pese al jazz y pese a la poesía, o quizá gracias a ellas. Quizá gracias al cuarteto de jazz de Glaç -Gonzalo del Val a la batería, Paco Perera al contrabajo, Marco Mezquida al piano y Gabriel Amargant al saxo-, quizá gracias a que se respiraba naturalidad y en los comentarios de Lechowski se le daba valor a la trascendencia, alejándose de las prisas mundanas de las discográficas y las listas de ventas.

Los músicos llevaban en volandas las instrumentales del rapero, elevando el concierto hasta el nivel de club jazzero con solera. Los solos del saxo desgallitándose mientras el público jaleaba, acompañado de la entrega en los solos del piano y de la batería hacían que la sala oliese a negritud y soul. Sólo se echó en falta más foco para el lucimiento del contrabajo, que fue acompañando escrupulosamente pero nos quedamos sin poder disfrutar de uno de sus solos.
Si no habíamos conseguido abrir bien la vena para que entrase al galope el placer musical, Lechowski nos regaló entre canción y canción poemas de su libro “Larga brevedad”. Intensidades poéticas, hermanados con la concreción del haiku y con guiños humorísticos engalanados por juegos de palabras.
 
El toque de carácter local lo puso el gran Charly BCN, dj de TRK (Titeres de la
Rima Kallejera) y de One Strike, que subió al escenario para meter la base de la única canción con platos que recordaba a los tiempos de Flowklorikos. Como una buena cerveza artesana equilibrada, también lo fue el concierto y en la parte final de la lengua nos quedó el sabor del slam, la improvisación poético-jazzera que se marcó Lechowski sin respirar él y sin dejarnos respirar al público.

Ya les valdría al profesorado de lengua y literatura ponerse las pilas y tirar por las ventanas de las aulas al Cantar del Mio Cid y otros libros que alejan a la juventud de la lectura, y empezar a memorizar versos de canciones de rap con calidad suprema como los de “Donde duele inspira”.

Gracias poeta, por hacer explícito el jazz y el ritmo que la poesía lleva insertada en vena.


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