ESCALETA:
Relunatics Klezmer Band
Li Mon Diplomatique
Actuación Mar de Fondo
Entrevista Metodi Kirilov
Actuación Alberto Saura
Agenda
Actuación Cere Vera
Actuación All Freedom
Pepico Baldosa
Cierre All Freedom + Metodi Kirilov
EDITORIAL:
Los adoquines nacieron algo más que para ser pisados. Los adoquines,
en sus sueños mojados sueñan con que el gris del cemento armado se
emborracha de melodías imposibles.
Sueñan los adoquines que son notas sobre un pentagrama blanco roto
de cotidianiedad.
Cuando nadie los ve, se lían los adoquines minúsculos cigarritos
que rellenan con aquellas palabras poéticas que algunas transeúntes
dejan caer con descuido de sus bolsillos.
Mientras que hay luz, mientras que hay pisadas, ellos permanecen
inmóviles para no alterar el desconcierto. Juegan a la estatua, como
aquel mimo de la esquina cuyos nervios ya se cuajaron para no
temblar.
En días imprevisibles cuando la botella se anuda al cuello un
pañuelo color azul, las calles de estos adoquines se llenan de
música como bandadas en el cielo en cada cambio de estación. Esos
días de flecos al viento, los adoquines disfrutan porque la valentía
se llenó el pecho de un nuevo artista que se armó de paciencia y
repertorio para asaltar las esquinas con mejor acústica de la
ciudad.
Entonces hay disfrute, entonces la retina de sus ojos brilla amarillo
limón porque se les llena el gaznate de estribillos más o menos
afinados que recuerdan a aquellos violinistas sobre el tejado que un
día se les vio relinchar.
Dura la eternidad un segundo, hasta que los hombres de gris barren
con sus escobas de orden a la subversión del desplazamiento, barren
a quienes hacen de aceras pistas de baile, congelando por momentos el
latido de la vida entre rascacielos. Dardos ordenanza o civismo
alcanforado hieren como esquirla en el borde de la copa, hieren la
opción de latir entre escaparates, de bailar entre maceteros, de
sentir entre carteles de rebajas.
Vagos y maleantes huyen a la fuerza y dejan, a los adoquines,
desolados de tanta sordera esquizofrénica. Sienten, desde el
abandono, los adoquines, que mereció la pena esperar a que se
desenfundara aquella funda de guitarra, se maquillaran aquellos
pómulos o se afinara aquel violín.
Esperan, los adoquines a que por mucha lluvia que caiga, un día
vuelvan a sonar en sus calles la melodía libre que los convierte,
siendo adoquines, en notas musicales sobre el pentagrama.