ARTE PORQUE SÍ:
[suena
Olé de John Coltrane]
El
verano no ha llegado todavía y ya nos han querido hacer comer varios
lomos embuchados. Ya nos han querido hacer partícipes de sus eventos
de ruido y flashes. Pero su cultura del espectáculo no nos
satisface, nos resulta inapetente, maquillada y con insufribles
tacones. No nos llena ni la barriga ni el alma...
No
nos basta con las ofertas culturales que quieren que consumamos.
Creemos en nuestras capacidades para ser el eje que mueva vuestros
sentimientos de risa, rabia, euforia e intriga. Tenemos las
herramientas tan a mano, unas dentro de nuestro ser, otras nada más
alargar el dedo para darle al play, agarrar el lápiz, hacer sonar la
cuerda o tapar el agujero del fa en la flauta. Somos, a veces hasta
sin saberlo, sin darnos cuenta, portadores de magia, ilusión, pasión
y entretenimiento. No necesitamos que vengan a tocarnos con la varita
de la compañía discográfica o de la editorial de libros para
decirnos lo que valemos o dejamos de valer. O si nos merecemos que
nos publiquen un libro o nos graben un disco.
Como
si nos lo susurrase Buchoswky, incluso en nuestras horas más bajas,
cuando miramos a nuestro alrededor y vemos la bazofia de cultura
enlatada que pretenden que comamos recalentada en el microondas, nos
damos cuenta que competimos contra nosotros mismos, que nuestro
límite está en nuestros sueños y como inabarcables que éstos son,
de igual modo, inabarcable es la gran capacidad que tenemos de crear.
La
humanidad por delante de la máquina. Nuestra razón, nuestro
conocimiento y nuestra creatividad van por delante de las ruedas del
capitalismo. Está al acecho para fagocitar nuestras propuestas,
nuestros lemas, nuestras creaciones y nuestros inventos. Pero siempre
está detrás, nunca por delante porque el sentimiento es incopiable
y porque en nosotras está el don. Pueden imitarnos, pueden robarnos
las ideas, pueden plagiarnos los versos y los ritmos, pero siempre
estarán a merced de nuestro poder de creación. Siempre seremos
nosotros los del verso libre, nosotras las de las notas
inalcanzablemente bellas.
La
espuma sobre la ola. No estamos en la ola que lleva la corriente. No
nos dejamos mecer a la voluntad de su viento, sino que somos la
espuma que engalana la ola. Somos la espuma que queda tras la ola,
espuma que queda en tu retina tallada en mármol, imperturbable e
intemporal. La ola -cual moda- va pasando cíclicamente y del mismo
modo que la crean se difumina, pero la espuma se guarda en tu
memoria, la espuma es lo último que ves antes de cada parpadeo.
Volvemos siempre que nos dicen que marchemos, andamos cuando nos
dicen que paremos, no podemos sino contradecir la cultura del control
y del descontrol. Oímos el sonido del eco en el interior, somos
capaces de sentir su falta de contenido, su carencia de memoria, su
banalidad y por ello nos desligamos de su barullo de luces de neón.
Ante
la cultura del neón, somos la luz de la luna. Como ella no
entendemos de modernidades y potencias, entendemos del sentir que
siempre estuvo ahí, de la repetición de los sentimientos ya vividos
y las pasiones ya sufridas.
Gozamos
en el éxtasis del arte que sobrepasa cualquier moda.
Tenemos el
papel, la tinta, la voz y las manos. Lo tenemos todo, que empiece el
espectáculo vivencial del arte parido desde la realidad y la
originalidad.
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